sábado, 22 de diciembre de 2007

LA RUTA DE LA ESPERANZA

Esa vez la ruta era diferente. Los carros se cuadraban en la esquina a esperar a los pasajeros.

Esa vez solamente habían los camiones de madera de don Miro Caballero, que a veces lo conducía don Marino Núñez, y el carro verde de Augusto Matazoglio. Mientras uno esperaba en este lugar el otro lo hacía en Huánuco en el entonces único mercado, conocido ahora como Mercado Antiguo, frente al Asilo Santa Sofía. En el camino se cruzaban, a veces no se querían dar pase.

Tenían sus cosas. A veces quién había subido a un vehículo ya no podía subir al otro, hasta que todo se fue superando paulatinamente.

La esquina es el lugar de donde se inicia el camino hacía Malconga, siguiendo al este. De ahí empezaba el descenso hacia Jancao. Al lado derecho de la carretera antigua había una tienda de don José Pereyra, natural de Ica, de donde desciende la familia Pereyra Cabezudo. Al pie, vivía la familia Vizcaya, de quien me acuerdo es del chiquito Aarón, con quién estudiábamos en la escuela.

El carro se cuadraba al frente, junto a una casa de dos pisos, donde originalmente, también tuvo su tienda el señor Pereyra, luego no recuerdo de quien sería. Luego el acequión y la entrada a la que se llamaba casa hacienda de la familia Bauer, donde se ubica el Colegio Nacional que años después hicimos realidad.

Al frente, antes de iniciar la subida, estaba la tienda de doña Zulema Chocano, también vivía ahí junto Marcial. Luego el camino perpendicular a la carretera. Esa vez la vía no llegaba hasta Malconga, apenas pasaba Pedroza, Catamarca, las cercanías de Paucar.

Una vez lleno, el carro empezaba el descenso hasta la curva y contracurva de la entrada al vivero, continuar la bajada, pasar por la puerta de la casa hacienda de Jancao, que todavía lucía su oropel de otras horas, aunque ahora descuidado. Luego la bajada pronunciada hasta llegar al puente, que cruza la quebrada que trae aguas de Mancapozo.

Aquí, esta vieja carretera que ya no sigue por San Roque, se une ahora con la nueva vía, asfaltada, que siguiendo casi la misma ruta, con excepción del paso por la puerta de San Roque, llega hasta Huánuco.

Ahí, donde los ingenieros decidieron no subir al pueblo y prefirieron hacer el trazo por abajo, se cambió el destino de nuestra tierra, que tercamente sobrevive sobre la carretera vieja que continúa hasta San Andrés, donde nuevamente aparece la pista asfáltica rumbo a la selva.

Antes todo el tráfico se hacía por ahí, hasta los años setenta aproximadamente. El camino era de tierra, como sigue siendo hasta más allá de San Andrés, donde aun vive Lucho Alomía y aparece otra vez la carretera nueva, esa decisión por ahorrar metros de asfalto ha cambiado la vida de nuestro pueblo.

Los kilómetros estaban marcados mas allá de la esquina, en la puerta de Ordoñez, donde después encontré ahí a Carlitos Cáriga y Lucha Chocano y su familia. Eran cinco kilómetros, una legua.

De ahí la carretera continuaba con casas al lado derecho, al lado izquierdo corría el acequión. La familia Noblezas, donde se confeccionaban guitarras. Andrés Chocano,. Seguían las curvas y venían las casas de la familia Lambruschini, donde después domiciliaba mi compadre Mercurio Noblezas, hasta llegar a la subida a la plaza, donde estaba la escuela y la capilla, en la esquina la señora Borunda vendía pan.

El pueblo seguía en la ruta y también por cada una de las vías transversales hacia las alturas, donde los campesinos hacían su vida en generosa entrega con la tierra.

De ahí el pueblo continuaba casi hasta San Andrés, tanto a uno como otro lado de la vía.

Por el este el límte era las estribaciones del cerro de Malconga. Por el oeste el río Huallaga.

Todo esto forma parte de lo que geográficamente se conoce como el valle del Huallaga. Que termina en el puente Rancho.

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