lunes, 21 de julio de 2008

GRACIELA BRICEÑO: LA SONRISA DEL RIO


Entrevista de Edmundo Panay Lazo

Corría el año 1996, hacía escasos días que se había realizado un recital de su obra “Del Río al Mar”, que constituye una antología personal de más de treinta años de poesía, realizada entre 1959 y 1991.

Ella la define como el “testimonio del periplo de una pasión alentada por mis maestros y amigos poetas”.

Reúne una selección de toda su producción literaria contenida en cuatro obras editadas y otras tantas inéditas. Entre las primeras figuran “Poemas de mi Edad”, “Fraternidad del Canto”, “Seis Poemas para un Niño” y”El Río y Yo”. Mientras que las que aun no ven la luz están “El Asedio de las Voces”, “Edición Cotidiana”, “Me caigo y me levanto” y los “Nuevos Poemas”.

Volví retrospectivamente mis vivencias, me encontré con aquel caro amigo Ricardo Melgar Bao, poeta que estudiara dos años en nuestra Universidad, constituyéndose en el primer ganador de los Juegos Florales Universitarios que se realizaron en la casa valdiziana el año 1967. Con él y Juan Ponce Vidal nos encantábamos conversando de las excelencias poéticas y la jerarquía magistral de Graciela Briceño Ingunza docente de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega.

De esta manera accedimos a “Poemas de mi Edad” (1959), en donde el prologuista Esteban Pavletich Trujillo nos dice: “De Huánuco, del inefable suyo y mío, …trae la angélica herencia de Amarilis. Entre Amarilis y Graciela se ha interpuesto un silencio de siglos …”.

Y ella, que había dejado Huánuco de las manos de su padre y su adorada abuela, llevándose en sus ojos infantiles el sol de nuestra tierra, ya había ganado los primeros premios de Poesía y Cuento en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Sus pasos no la volvieron sobre la tierra que se fue con ella, pero se llevaron la fuerza telúrica de nuestro suelo. En su huanuqueña existencia vivida en el ensueño, también marchó el lar nativo con la hermosura de la fantasía infantil. El río crecía dentro de su ser.

Pero esa “pasión alentada”, tenía que tener una necesaria motivación, queríamos conocerla. Eso me condujo a la fuente, había tratado de relacionarme con ella anteriormente sin fortuna, hasta que conseguí hacerlo telefónicamente. Cuando conversamos por vez primera, no me cabía duda que estaba dialogando con una huanuqueña.

Cuando llegué a su casa me recibió un rostro enteramente risueño, brillando la primavera en sus ojos, diciéndome “tú eres el huanuqueño que me ha venido trayendo el aroma del chirimoyo y los colores de mi tierra” . Nos confundimos en un abrazo, como si nos conociéramos de hace mucho sin saberlo.

Así empezó nuestro diálogo, que persiste en la amistad, más allá del inicial objetivo periodístico. De esa entrevista me permito ofrecerles algunos aspectos a ustedes.

Hay en su obra “Poemas de mi Edad” una intensa motivación de sus horas infantiles ¿Hasta donde Huánuco está dentro de su poesía, en la parte de su niñez vivida ahí?

Está Huánuco como una presencia, por ejemplo cuando digo:

“Nuevamente mis pies
dejan huellas
en las calles de mi edad,
donde rojos frutos de café
maduraron para endulzar mis juegos …”

¿Podría decirse que en “Poemas de mi Edad” es dónde Ud. mejor expresa a Huánuco?

Yo creo que en todo lo largo de mi vida creativa está Huánuco, como nuna esencia, como una constancia, como una presencia. Inclusive en la presentación de mi obra allá en el Museo de la Nación, todos los que se encontraban, entre ellos Ricardo Gonzáles Vigil, Manuel Pantigoso, Manuel Velásquez Rojas, Alfonso La Torre me dijeron que hasta en el título estaba Huánuco.

Salió de Huánuco a los tres años, en una edad donde el recuerdo físico de un ambiente es difícil ¿Pero existe en Ud. como presencia espiritual, pues de no haber sido así, no hubiera editado esa poesía?

Yo creo que sí y eso que nunca regresamos a Huánuco. Mi padre jamás volvió a mi tierra, ni mi abuela tampoco. Y no quería regresar porque constituía la presencia de una enorme tristeza, la muerte de mi madre. No quería él que no encontrara la ausencia de ella. Mi abuela, que trataba de alejar la ausencia materna, era huanuqueña en sus costumbres, en la fuerza de sus mujeres. Cuando hablo del horno casero, fue el horno que conocí de ella. Cuando los he visto en otro lugar me ha dado una ternura enorme, vallejiana.
Cuando salí, lo que veía era muy superficial, en cambio el recuerdo era más profundo, más hermoso; tenía más olor a naturaleza, a espontaneidad.
Yo siempre he amado las cosas limpias, las cosas que tuvieran fragancia de tierra mojada.
Para mi ese ha sido mi elemento de inconciencia que me ha permitido plasmar como me gusta sentir la vida. Por eso mi poesía está llena de árboles, de pájaros, de frutas.

Evoca la figura de su padre, quien era amante del arte teatral, para decirnos que él “era un hombre puro afecto, puro amor, un gran amigo de sus amigos, de su tierra, de todo lo huanuqueño” y viene a su memoria el tercer poema del “El Río y Yo”, que fuera premiado por la Municipalidad de Huánuco en 1967:

En la calle
en el barrio nde Huallayco
donde estan secos árboles
juego el recuerdo
de mi padre
y sus amigos …

Cuando hablamos de Huallayco expande su sonrisa, brota una brillante carcajada y nos dice “ de ahi parte el carnaval, es vida, es alegría. La familia de mi padre tenía una casa en este barrio. Yo crecí entre Calicanto y Huallayco…”

Se detiene en el recuerdo, vuelve su abuela a ella, otra vez aparece sentada a su lado, para continuar diciendo: “ … mi abuela me contaba, como la abuela de García Márquez historias de aparecidos, de seres que volaban, de fantasmas, que una vez a mi papá le dieron un golpe de chiquito … esas historias”.

Pone énfasis cuando nos corrobora que la identidad de una persona más que por el lugar de nacimiento se da por la herencia y la formación cultural, al decirnos “de acuerdo, para mi es eso, además yo nací en Huánuco, mi herencia y mi formación cultural es huanuqueña… y creo que hay algo muy importante, porque y tengo una fidelidad por mi pueblo, y me identifico en todo lugar. Recuerdo en Uruguay en un evento poético, tenía que corregirles diciéndoles que era de Huánuco y no de Huanuco …”.

“La poesía es la que vive …”

“Existe simplemente la poesía …”, nos manifestó cuando le recordamos que Mario Benedetti la había ubicado en el marco de la poesía pura. Continuo expresando “ahora ha cambiado, el tiempo es diferente, pienso que no hay ni pura ni comprometida…. Yo siento que es la realidad poética, que no puede haber esa separación, porque el hombre tiene que vivir dentro de esa realidad y esa realidad crea. Ahora es la poesía la que vive.

La poesía no se puede definir, los sentimientos no se definen. La poesía es un sentimiento, una vivencia, toda aproximación resulta insulsa. Simplemente sentir la belleza transparente y que también la belleza diga algo, que diga lo que quiera. Para mi la poesía debe tener un mensaje, pero que no es el eslogan ni el consejo, que el lector tome de ahí lo que quiera y que al interpretar reproduzca lo que siente y siga lo que ha sentido.

“El niño es el mejor poeta que existe …”

En la conversación nos dijo algo hermoso “me gusta más la poesía oral”, expresada de esa manera la siento como algo inmanente al hombre, como la vemos en el niño …

El niño es el mejor poeta que existe. Tiene tan fresco el mundo de las metáforas que para él nada es absurdo, todo es normal y todo es así. Las mejores metáforas el niño las tiene. Habría que escribir todas las cosas que los niños dicen para encontrar el hombre filogenéticamente imbuido del ser. Para, mí la poesía es así, es el arte de amar frente al universo.

¿Se podría pensar en una poesía para niños o mejor en una poesía hecha por niños?

Eso es mejor. Sino lo que pasa es que no les damos tiempo de crear, los tenemos tan amodorrados con la TV, con otras cosas, que al niño no se le permite ser. Le damos todo empaquetado, entonces ¿Cuándo tiene oportunidad de darnos el niño lo suyo.
El padre tiene que saber escuchar a los niños, cuando dicen que el columpio está triste no ponerse a explicar que el columpio es de fierro y madera, sino que tiene que saber comprender que para el niño tiene tristeza, tiene alegría.

Yo he hecho poesía y mucho de ella ha ido a figurar en antologías para niños y yo no he escrito con esa intención.

Buscando la identidad con el hombre

¿Qué mensaje daba su poesía en el comienzo y cual es el que da ahora?

Yo creo que el mismo, que no puedo definir en una sola frase. Tantas cosas que me ha dado en lo personal, en lo vivido.

¿Qué significan las distinciones y reconocimientos recibidos?

Todo lo he recibido como una cosa material, como se recibe la luz. Yo no he escrito para ganar premios, lo he hecho para decir algo, nada más. Y sí eso ha sido aceptado, es valorado, que lindo decir algo. Lo único que me interesaba era alcanzar mis experiencias, sentimientos, mi voz, buscando una identidad con el hombre.

¿Una forma de comunicación?

Sí, como una manera especial de comunicación a manera de extroversión. A manera de una confesión que quisiera decirla de una manera y no de otra, porque yo siento que quiero decir eso.

¿Ud. trabaja su poesía?

Sí la trabajo como elaboración, como ejercicio, no como oficio, así como se respira …, sugerimos que el poeta es entonces un hombre con los pies sobre la tierra, que dice las cosas de manera especial, causando conmoción entre sus interlocutores o lectores.
Ese el poeta – nos dice - es aquel que es capaz de llegar a otro, de idealizarse un mundo vivo, que produzca como dice una cierta conmoción.

Huánuco: jamás te recuerdo porque nunca te olvido

¿La ausencia es un elemento importante en su poesía?

Claro que sí, sí lo es y yo pienso que es una ausencia que se repite.

Cuando nos dice que entre sus ausencias estuvo Huánuco siempre, siempre, siempre … su voz se hace trémula y baja de intensidad, mientras sus ojos vuelan horizontes de nostalgia

¿Entonces al tener esa ausencia presente ha tenido a Huánuco dentro de Ud.?

Exacto

¿Esa ausencia es su identidad huanuqueña?
Y mire ahí hay un poema que lleva un epígrafe.
Corremos las páginas del libro y encontramos la poesía “Jamás te recuerdo”, al pie el siguiente epígrafe:

“Jamás te recuerdo
porque nunca te olvido”
(proverbio japonés)

Jamás te recuerdo
porque nunca te olvido
desde la risa del mirlo
hasta la sombra fatigada …

Y de esta manera, el diálogo se fue haciendo cada vez más coloquial, hasta llegar a la conversación sin preámbulos ni interrogantes. Así fuimos abordando una serie de otros temas, desmenuzándolos, riéndonos y jugando con ellos.

También asumidos la actitud solemne que surge cuando se refiere a Daniel Alomía Robles. Extasiada por el “Condor Pasa” mira hacia arriba, levanta las manos en gesto expresivo, mientras expresa “su obra es un momento que recoge todas las formas de vida, es la expresión musical que dice tanto, es como una síntesis de lo que es Huánuco”.

Y volvemos al momento, cuando ella sonriente nos dice efusiva “en cambio Esteban me gustaba por su rebeldía no beligerante, por su fuerza, por esa capacidad de lucha en defensa de sus ideales. “No se suicidan los muertos” es una novela extraordinaria, sobre todo por la forma como ha interpretado la dominación del indio. Eso me subyuga, es una denuncia”.

“Ahora Cardich tiene calidad y es una indiscutible presencia en la poesía nacional”.

Nos expresa su criterio de unicidad de la poesía y la docencia, “El poeta y el docente es uno solo …” nos dice, cuando abordamos su ejercicio docente en la Universidad Inca Garcilaso de la Vega, donde además de la cátedra ha ejercido importantes cargos, habiendo publicado muchos textos como de Teoría Literaria y Literatura Infantil.

Reparamos que la reunión va llegando a su final a pesar de todos, Graciela Briceño con su permanente sonrisa, emocionada, puesta de pie nos envía un mensaje a Huánuco: “Jamás he olvidado a Huánuco porque Huánuco es una presencia permanente en mi. Es como mi propia existencia, si hubiera olvidado mi procedencia me hubiera olvidado de mi misma. Por eso es que siempre he lucido como estandarte el ser huanuqueña. Amo a mi pueblo, amo a sus gentes, amo el dolor de mi tierra bendita y sueño con estar muy cerca del Huallaga algún día. Un abrazo a través de este encuentro”.

Si Graciela, poetiza por voluntad de la tierra, forjada en el crisol de nuestro ancestro cultural, en el amor por estar en ella para “escuchar el ruido del río chocando contra las piedras …”.

Te estamos esperando a la sombra del molle …




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