CANTO AL RETORNO (*)
A Huánuco, tierra mía…
Veinte Años dejan
huella compartida
La huella de la
ausencia no va sola
la siente el que la
lleva y el que queda…
Uno hace la distancia
en el camino
otro hace el tiempo
con la espera…
Mas los dos igual
distantes
van haciendo
derroteros de añoranza
de nostalgia anudada
al ensueño del retorno.
Son recuerdo
permanente
los dos ríos de mi
tierra
que descienden de la
cima
y pasean como calles
cual dos viejos
viajeros
que hicieron en el
valle
su morada permanente.
El remanso sensual de
eternidades
de los hijos que
nacieron
a la sombra del
chirimoyo florecido
sigue haciéndose
adulto día a día
hasta que llegue la
hora en que nosotros
miremos nuestros
rostros en el nadir envejecido
de las noches de una
playa sin retorno.
Y los jirkas:
y el jirka pensativo
y el jirka vigilante
y el jirka reposante
Cada uno en su
costumbre de siglos.
Interminables como la
hora de los vientos
que no cesan tarde a
tarde.
Vientos buenos que no
dañan
la costumbre de
amistad que hay en el alma
ni siquiera se
entrometen
en la vieja entraña
del descanso
en la banca de la
plaza …
Esos vientos de mi
tierra
son los que amo
son los vientos
imposibles de olvidar
con la distancia.
Esos vientos que se
vienen cual alegre carcajada
en la noche de
bohemia,
Esos vientos
convertidos
en la dulce melodía
de un chimayche
enternecido.
Esos vientos
que traen la palabra
del amigo recordado,
del barrio que creció
en los ojos
haciendo un arcoiris
con las manos,
el mensaje que se
abriga acá en el pecho
y termina los
silencios vespertinos,
de las flores sin
abrigos y sin sueños.
Esos vientos que
calientan en el alma
el fragor de vida
nueva.
Esos vientos que
dibujan fantasías
en el cielo de los
niños.
Esos vientos
saludaron mi retorno
esa tarde que mis
ojos desde el aire
avistaron tu damero
engrandecido
tierra mía.
Cuanto de mi amor en
la distancia
El canto que dejé en
la esquina de Huallayco
anunciaba noche a
noche mi mensaje de retorno.
Hoy los niños que
crecieron
me sonríen o me miran
extrañados.
Y los brazos se
levantan
deteniendo mi trajín
entre las calles.
Los abrazos que se
aprietan
con afecto
interminable.
Un taurisho que canta
a la distancia.
El corazón que
amenaza estallar en el latido
volcándose en los
ojos
perlados de rocío.
No me atrevo a preguntar
por los ausentes
solo sé que los
extraño desde adentro:
Es la hora del
silencio aquí en mi pecho…
Tú has seguido
creciendo en tu seno
y en el fuego de tu
vientre
en tu plana
superficie interminable
en los ojos del
viajero a su retorno
en las manos del
obrero sin trabajo
en las aguas de tus
ríos sin sus peces
en la lampa del
campesino sin su tierra
en tus calles
derechas sin mis pasos,
tu seguirás creciendo
aun cuando mis pies
no lleven el polvo de
tu suelo,
tu seguirás avanzado
y sintiendo el calor
de nuevos hijos,
de nuevos hombres
que anunciarán la
llegada
y harán con sus
brazos
una sociedad más justa y solidaria,
mientras que mis ojos
habrán detenido su mirada
en el fondo de los sueños,
en tu huella
acrecentada
por el paso de los años,
para guardar
tu cielo azul en sus
pupilas
cuando se hayan
cerrado para siempre
y el Cóndor Pasa me
acompañe
en mi marcha al
infinito
hasta donde llevaré
de la mano
a tu memoria.
Huánuco eterno,
intenso y verdadero…
(*) Edmundo Panay Lazo-“Canto
al Retorno”
edmundopanaylazo.blogspot.com
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