sábado, 6 de mayo de 2017

CANTO AL RETORNO (*)
A Huánuco, tierra mía…
Veinte Años dejan huella compartida
La huella de la ausencia no va sola
la siente el que la lleva y el que queda…
Uno hace la distancia en el camino
otro hace el tiempo con la espera…
Mas los dos igual distantes
van haciendo derroteros de añoranza
de nostalgia anudada al ensueño del retorno.

Son recuerdo permanente
los dos ríos de mi tierra
que descienden de la cima
y pasean como calles
cual dos viejos viajeros
que hicieron en el valle
su morada permanente.

El remanso sensual de eternidades
de los hijos que nacieron
a la sombra del chirimoyo florecido
sigue haciéndose adulto día a día
hasta que llegue la hora en que nosotros
miremos nuestros rostros en el nadir envejecido
de las noches de una playa sin retorno.

Y los jirkas:
y el jirka pensativo
y el jirka vigilante
y el jirka reposante
Cada uno en su costumbre de siglos.
Interminables como la hora de los vientos
que no cesan tarde a tarde.
Vientos buenos que no dañan
la costumbre de amistad que hay en el alma
ni siquiera se entrometen
en la vieja entraña del descanso
en la banca de la plaza …

Esos vientos de mi tierra
son los que amo
son los vientos
imposibles de olvidar con la distancia.
Esos vientos que se vienen cual alegre carcajada
en la noche de bohemia,
Esos vientos convertidos
en la dulce melodía
de un chimayche enternecido.
Esos vientos
que traen la palabra del amigo recordado,
del barrio que creció en los ojos
haciendo un arcoiris con las manos,
el mensaje que se abriga acá en el pecho
y termina los silencios vespertinos,
de las flores sin abrigos y sin sueños.
Esos vientos que calientan en el alma
el fragor de vida nueva.
Esos vientos que dibujan fantasías
en el cielo de los niños.
Esos vientos saludaron mi retorno
esa tarde que mis ojos desde el aire
avistaron tu damero engrandecido
tierra mía.

Cuanto de mi amor en la distancia
El canto que dejé en la esquina de Huallayco
anunciaba noche a noche mi mensaje de retorno.
Hoy los niños que crecieron
me sonríen o me miran extrañados.
Y los brazos se levantan
deteniendo mi trajín entre las calles.
Los abrazos que se aprietan
con afecto interminable.
Un taurisho que canta a la distancia.
El corazón que amenaza estallar en el latido
volcándose en los ojos
perlados de rocío.
No me atrevo a preguntar por los ausentes
solo sé que los extraño desde adentro:
Es la hora del silencio aquí en mi pecho…

Tú has seguido creciendo en tu seno
y en el fuego de tu vientre
en tu plana superficie interminable
en los ojos del viajero a su retorno
en las manos del obrero sin trabajo
en las aguas de tus ríos sin sus peces
en la lampa del campesino sin su tierra
en tus calles derechas sin mis pasos,
tu seguirás creciendo
aun cuando mis pies
no lleven el polvo de tu suelo,
tu seguirás avanzado
y sintiendo el calor de nuevos hijos,
de nuevos hombres
que anunciarán la llegada
y harán con sus brazos
 una sociedad más justa y solidaria,
mientras que mis ojos habrán detenido  su mirada
en  el fondo de los sueños,
en tu huella acrecentada
por el paso de los años,
para guardar
tu cielo azul en sus pupilas
cuando se hayan cerrado para siempre
y el Cóndor Pasa me acompañe
en mi marcha al infinito
hasta donde llevaré de la mano
a tu memoria.
Huánuco eterno, intenso y verdadero…

(*) Edmundo Panay Lazo-“Canto al Retorno”
edmundopanaylazo.blogspot.com 













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